Como cada día, nos levantamos temprano y después de desayunar en una pastelería delante del hotel, partimos hacia nuestro primer objetivo: la Cateral de Notre Dame.
Pasamos parte de la mañana recorriéndola por su interior y haciéndole fotos por todo su exterior.
Continuamos nuestra ruta hacia el Hotel de la Ville y el Palacio de Justicia antes de dirigirnos al Museo del Louvre y contemplar su famosa pirámide de cristal.
Decidimos no entrar a ver la Gioconda de Leonardo da Vinci, dejándola pendiente para una futura escapada.
Después de tomar un tentempie, cogimos el metro y nos dirigimos a la Basílica del Sagrado Corazón.
Nos subimos al cremallera que nos dejó en la cima de la montaña. Visitamos la basílica y buscamos el campo de viñas de donde los monjes recogen la uva para hacer sus conocidos vinos.
Bajamos las escaleras y nos dirigimos a Montmatre para contemplar la parte más bohemia de la ciudad, y continuar hasta la zona más lujuriosa, donde se encuentra el conocido Moulin Rouge.
Acabamos la jornada cogiendo el metro hasta el centro y relajándonos con una cena antes de caer rendidos en el hotel.
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